Como se portaron así de bien, los cuatro amiguetes invitaron a los nuevos colegas amigos del Súper Jefe, a llevar también los asuntos del Ente, pero ya no sólo presentaciones y cosas de medianías, sino llevar todo, comunicación, ferias, recalificaciones, todo, todo.
Entre los cuatro amigos se encargaban de dotar bien económicamente a los nuevos amiguetes, se pagaba como se quería, y ello hizo que brillase aún más el Ente. La deuda, los problemas futuros, el desplante a los que no estaban de acuerdo, no eran nada comparado con lo bien que lo pasaban los cuatro con los nuevos.
Incluso se compraban trajes entre todos y para todos, se reunían en discotecas con señoras de fuera del Ente para solaz de todos, se compraban coches infinitos, viajes en aviones privados, fiestas en las reboticas más excelsas de la zona. Llegadas las fiestas blancas, los regalos volaban, sobre todo de los nuevos, muy agradecidos, hacia los cuatro, no sólo regalos sino conversaciones entre ellos propias de esos días: Lo nuestro es muy bonito, te has pasado cuatro pueblos, los niños están locos con las cosas. En fin, el intercambio entre ellos era continuo, el dinero del Ente de una forma u otra llegaba a los nuevos y de estos, manaban regalos y dádivas, y entradas para el circo, y fiestas de cumpleaños y relojes y pulseras y bolsos, todo lo que entre amigos es normal regalarse, cuando te están dando.
Pero un día un artero externo a todo, desgraciado y vil, grabó algunas reuniones que dejaban a los cuatro y a los nuevos amigos muy mal parados. La terrorífica Ley Penal se puso en marcha y empezó a descubrir que la amistad, no era tal, sino más bien era como un negocio: doy para que des.
Claro que una de las partes no daba lo suyo, daba lo de todos. Se descubrió vergonzosamente cómo se vestían, como usaban las visitas de hombres santos, como el urbanismo se trataba en una especia de timba, y como las ferias servían para lucrar y lucrar a los amigos del Súper Jefe.
Cuando después de mentir todo lo que pudieron, sobre todo el Jefe del Ente que lloró, maldijo, suplicó, apeló, pero sobre todo mintió, decidieron someterse a la ley penal y reconocer su falta y sus delitos: uno se desmarcó, era hermanísimo y creía que podría contodo, pero los otros tres quedaron en ir a la Corte y presentarse como lo que son, culpables, dos lo hicieron muy pronto, el tercero se revolvió, su representante legal presentó el escrito para que no cerraran el registro, a la espera de la firma del Jefe del Ente, pero finalmente dejó a todos en la estacada, a los que prometió ir, a los dos amigos que ya lo hicieron y al otro que se echó atrás con el que pactó echarse también él y sostenerle. No hizo nada de ello, simplemente lloró, dejo el Ente para ir a otro Ente menor, ya que no sabe hacerla o con un canuto.
Los dos amigos que se presentaron y dijeron la verdad, que eran culpables, fueron condenados: como todos eran una piña, amigos, que dependían del Jefe del Ente, cuando llego el juicio de los otros dos caraduras, fueron igualmente condenados, pero a más, por no ser respetuosos con las personas.
FIN.
Camps argumenta que él compra trajes más caros que los de Gürtel
¿Para cuando la condena de estefilibustero y falso de Camps?